El asesinato en Medellín de Zaida Andrea Sánchez, alias la "Diabla", pone en evidencia ajustes de cuenta dentro de las mafias.
El periodista Jacobo Solano aporta un contexto clave al señalar que el asesinato del pastor y su familia no fue un hecho aislado ni fortuito. Más bien, habría sido un acto deliberado ordenado por Sánchez Polanco, supuestamente motivado por un conflicto relacionado con dinero del narcotráfico. Estas declaraciones subrayan cómo el crimen organizado sigue ejerciendo su poder a través de actos violentos que buscan enviar mensajes de control y represalias.
El apodo "La Diabla," según Solano, refleja no solo la frialdad y violencia que caracterizaban a Sánchez Polanco, sino también la manera en que el mundo del crimen forja figuras emblemáticas que personifican el terror. Su historial criminal, que incluye homicidios y actividades delictivas como fleteos y hurto, ilustra su posición dentro de una red que operaba con total impunidad.
La masacre de Aguachica y la posterior muerte de Sánchez Polanco dejan un mensaje claro sobre el alcance y las dinámicas del crimen organizado en el país.
Publicar un comentario